martes, 17 de febrero de 2009

Reposapiés/Escabel

Hoy toca contar una experiencia que tuve. No hace demasiado de ello. Sólo unos pocos meses.
Fue uan noche que mi novia vino a casa. Yo llevaba toda la tarde elucubrando con qué cosas haríamos y, digamos que, mi "deseo era muy intenso". Como todas las veces que viene a casa yo, al abrirle la puerta, pensé "dime algo tipo arrodíllate y bésame los pies que me muero de ganas", pero claro, si se lo digo y lo hace "coaccionada" no tiene gracia. Así que fuimos al salón. Ella se sentó allí y puso la tele y mientras fui a mi cuarto por una manta. Al llegar no pude resistir la tentación y me arrodillé en el suelo paralelo a ella. Ella entendió el gesto y me puso las piernas encima y, sobre ellas, la manta que le acababa de traer. Al parecer mi iniciativa le sorprendió tanto como le gustó. Así ella se puso a ver la tele mientras yo, furtivamente, miraba la punta de sus pies que asomaba por el borde de la manta. No es que me hubiese impedido hacerlo, pero los sumisos somos así. Nos retraemos muchísimo cuando nos metemos en el papel. Tras un rato así, estiró su mano y empezó a acariciarme la cabeza. Y yo, la verdad, estaba en una nube. Estuvimos un buen rato así, los dos en silencio, como un verdadero escabel de mi ama mientras ella veía la tele. Cuando las rodillas me dolieron insufriblemente empecé a moverme. Me sorprendió mucho su reacción. Lo que hizo fue chasquear la lengua como queja de que le incomodaba el movimiento. Realmente se había metido en el papel. Al final lo tuve que dejar, pero es una experiencia que no olvido y que, desde entonces, no se ha vuelto a repetir.

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